miércoles, 28 de abril de 2010

Ex Presidente de la República del Uruguay: ¡Viva Cuba!

Viva Cuba!
por Luis Alberto Lacalle

En la perla del Caribe, la más lamentada pérdida de la Corona española, en el país de la pasada alegría y la actual miseria, en medio de una tierra que fue próspera y que hoy no alimenta a sus habitantes, dos vidas se extinguen de manera muy diversa. Una es la del dictador, la otra la de un héroe.

El martes hablé con la madre del héroe, de Guillermo Fariñas. Hace mucho que no veo ni hablo con su carcelero Fidel Castro. Entre esos extremos vitales, se desarrolla el fin del drama más que cincuentenario que ha envuelto a Cuba y a Iberoamérica.
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Todos hemos sentido en algún momento el reclamo de nuestro cuerpo cuando se demora o se saltea la hora de alimentarlo, de proporcionarle el "combustible" para que pueda seguir funcionando. No es una sensación agradable. Millones en el mundo padecen diariamente esos síntomas por falta de comida suficiente y ni que decir, sana. Algunos luchadores, de muy diversas causas han ofrendado a las mismas, la muerte voluntaria por no ingerir alimentos. No importa hoy qué causas defendían, se trata de una de los más grandes actos de coraje que un ser humano puede llevar a cabo. Quienes practican la ciencia médica han explicado cual es el proceso de la muerte por hambre.

Ante todo la sensación que referíamos, ganas primero y angustia después de comer, de calmar el clamor de las entrañas. Luego en una etapa más larga, el comienzo de la búsqueda, por parte del cuerpo, de consumir las reservas que pueda tener. En el plano final, la autofagia, el comerse a sí mismo, el irse devorando, en medio de dolores insoportables, hasta la desaparición de la vida por falta de sustento. Se trata de los más impresionantes casos de dominio de la mente sobre el cuerpo, de la voluntad sobre el instinto de supervivencia. Solamente puede ser comparable a la actitud de quienes bajo las más atroces formas de tortura, callan y resisten. Pocas formas más heroicas de morir que ésta, pues jugársela en un instante, caer abatido en un combate con una muerte rápida, siendo una alta prueba de valor, tiene la misericordiosa ventaja de la rapidez , del tránsito inmediato hacia las sombras de la muerte.

La otra vida que se apaga es sin lugar a dudas la de un hombre excepcional, transcendente e importante, todas características con sentido negativo y dañoso. Fidel Castro es el hombre que más influencia tuvo en el continente americano en el siglo XX y las últimas consecuencias de su acción e ideología aun continúan envenenando el continente y nuestros países. Todos, en nuestra juventud, allá por fines de los cincuenta nos entusiasmamos con su aventura de Sierra Maestra, le aplaudimos, fuimos a verle a la Explanada, parecía un paradigma de heroísmo en nombre de la libertad. Poco duró el engaño confesado por aquellas grabaciones tantas veces escuchadas.

Acusado de comunista repetía; "Campaña canallesca" para confesar poco tiempo después "He sido y seré marxista leninista" . Y luego, con el clásico ritual de las tiranías la saturnina costumbre de devorar a los hijos. Camilo Torres "desaparecido" en vuelo , el Comandante Huber Matos -aun gallardo en su resistencia actual- cumpliendo 25 años de presidio . El joven dirigente estudiantil Luis Boitel, primero entusiasmado por la revolución luego desilusionado por su falta de democracia, encerrado por ello en un calabozo con orden de que sólo se volviera a abrir cuando hubiera muerto de hambre y de sed, como ocurrió.

Paredón y dictadura para Cuba, atraso y hambre para el propio país, sometimiento a la URSS como colonia y pieza de ajedrez del duelo de la guerra fría. Terrible, pero hay más. Si el daño se hubiera circunscripto a la isla sería una más de las dictaduras que ha conocido América.

El envenenamiento del alma de miles de jóvenes en toda la extensión continental, el haber sembrado instrucción subversiva, el haber enseñado a matar, a secuestrar, a conspirar contra las instituciones libres, a despreciar las "libertades formales" o "burguesas" que forman el corazón de la convivencia en democracia, vaya si lo sabemos en nuestra tierra.

La destrucción de la convivencia nacional desde 1963 y su consecuencia natural de la dictadura que soportamos tiene un nombre: Fidel. En vano el Che aconsejó que en el Uruguay no se usara otra arma que la del sufragio. No, había que "latinoamericanizarse" en el peor de los sentidos, bajar hacia lo peor del continente en la desvariada creencia de que "lo peor era lo mejor". ¡Cuantos muertos y torturados deben de figurar en esa cuenta maldita! Espantoso peso que condenará para siempre a quien sembró vientos que trajeron tempestades para otros, nunca para él, que se extingue lentamente pero en la seguridad de su feudo, en la cama, pero seguramente que sin paz…

Ya se agotó de hambre una vida, la de Fariñas va en ese camino. Nuestro parlamento, mayoría del Frente Amplio mediante, se niega siquiera a considerar una declaración ante la heroicidad de la resistencia, de las Damas de Blanco, de los que "ni se callan ni se van", los héroes cotidianos hostigados por la policía, perseguidos en sus barrios y casas, encarcelados por tener un libro prohibido, por juntar firmas de acuerdo con la constitución castrista, por querer leer, hablar y votar como seres humanos libres.

Pero si hay algo cierto, seguro, acerca del final de este drama es que así, de esa manera, podremos gritar "¡Hasta la victoria, nunca!"

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